Fundamento del Hedonismo Cristiano
36 Ahora pues, así dice el Señor, Dios de Israel, en cuanto a esta ciudad de la cual vosotros
decís: «Va a ser entregada en mano del rey de Babilonia por la espada, por el hambre y por la pestilencia.» 37He aquí, los reuniré de todas las tierras a las cuales los he echado en mi ira,
en mi furor y con gran enojo, y los haré volver a este lugar y los haré morar seguros. Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios; 39y les daré un solo corazón y un solo camino, para que
me teman siempre, para bien de ellos y de sus hijos después de ellos. 40Haré con ellos un pacto eterno, por el que no me apartaré de ellos, para hacerles bien, e infundiré mi temor en sus corazones para que no se aparten de mí. 41Me regocijaré en ellos haciéndoles bien, y
ciertamente los plantaré en esta tierra, con todo mi corazón y con toda mi alma. Jeremías 32:36-41
Una vez, en un servicio me referí a la idea de hedonismo cristiano, y un padre se me acercó y me dijo,
“¿Sabe que nuestra hijita pensaba que usted estaba hablando acerca de paganismo cristiano?” Sé que aunque lo pronuncié claramente, hedonismo cristiano, probablemente algunos de ustedes aun seguirán pensando en “paganismo”, porque creen que hedonismo es una filosofía de vida pagana. Y
probablemente tengan razón porque el significado popular de hedonismo es la búsqueda del placer y la indiferencia moral. En 2 Timoteo 3:4 Pablo advirtió que en los postreros días los hombres serán “amadores de los deleites más que de Dios.” Y seguramente ya estamos viviendo en esos días.
Hace dos años Daniel Yankelovitch publicó un libro titulado Nuevas Reglas: Buscando la autosatisfacción en un mundo al revés. Yankelovitch argumenta, sobre la base de extensas entrevistas y encuestas nacionales, que los cambios masivos que han ocurrido en nuestra cultura y la búsqueda de
auto-satisfacción ha creado un grupo de reglas que gobiernan la manera en que pensamos y sentimos como americanos. Él dice, “en su forma extrema las nuevas reglas ponen a las viejas reglas simplemente de cabeza, y en lugar de la ética de auto-negación nos topamos con gente que rehúsa negarse a cualquier deseo – no por un apetito desmesurado, sino por un extraño principio moralista: “Tengo un deber para conmigo mismo” (p. xviii). Él cuenta acerca de una joven en sus treintas que se quejaba con
su psicoterapeuta de que se estaba volviendo nerviosa y temerosa porque la vida se le había vuelto muy agitada – demasiados fines de semana maravillosos, demasiadas discotecas, demasiadas amanecidas, demasiado hablar, demasiado vino, demasiada droga, demasiado sexo. “¿Por qué no paras?” le preguntó suavemente el terapeuta. La paciente se le quedó mirando desconcertadamente por un momento.
Entonces se le encendió el rostro, deslumbrado por una iluminación. “¿Quiere usted decir que realmente no tengo que hacer lo que quiero?” Ella prorrumpió en asombro. El sello de los nuevos buscadores de
auto-satisfacción es que “ellos operan en la premisa de que los antojos emocionales son objetos sagrados, y que es un crimen en contra de la naturaleza abrigar una necesidad emocional no satisfecha”
(p. 59). “Nuestra era es la primera en la que diez millones de personas ofrecen como justificación moral para sus actos la idea de un “yo” ideal y presumiblemente más “real” que no encaja bien con el rol social que se le ha asignado.”
Probablemente el matrimonio es la relación en la que los buscadores de auto-satisfacción y sus nuevas
reglas han causado más revuelo. Yankelovitch tiene una buena percepción al decir, “Los matrimonios exitosos son un entretejido de deseos inhibidos-ceder ante los deseos del otro; aceptar las violaciones a
nuestros propios deseos; disgustos tragados; confrontaciones evitadas; oportunidades de ira desviadas; oportunidades de auto-expresión silenciadas. El introducir la fuerte urgencia de auto-satisfacción en este
proceso es como pasar una escoba por una delicada telaraña. Con frecuencia todo lo que queda es la cosa pegajosa que se adhiere a la escoba; la estructura de la telaraña queda destruida” (p.76).
Por lo tanto siento profunda empatía hacia aquellos de ustedes que están lo suficientemente libres de nuestra cultura como para reaccionar a la palabra hedonismo diciendo, “¡Ya basta! Nuestras casas, nuestras escuelas, nuestros negocios y nuestra sociedad están siendo destruidos por buscadores de autosatisfacción hedonística quienes no tienen el coraje moral, ni la auto-negación, ni el severo compromiso, ni la lealtad sacrificial que mantiene unida la preciosa estructura de la vida y que trae nobleza a nuestra
cultura. No necesitamos hedonismo; ¡necesitamos el regreso a la rectitud, la integridad, la prudencia, la justicia, la sobriedad, la firmeza, el dominio propio!” Créanme, probablemente estamos más de acuerdo de lo que se imaginan. Todo lo que pido es que me den un oído abierto y discerniente por nueve semanas antes de que pasen juicio final sobre el Hedonismo Cristiano.
A veces una ilustración vale más que mil palabras de definiciones abstractas. Así que en vez de darles una definición precisa de Hedonismo Cristiano permítame comenzar dando algunos ejemplos Bíblicos de
esto. David aconseja al Hedonismo Cristiano cuando manda, “Pon tu delicia en el SEÑOR, y El te dará las peticiones de tu corazón.” (Sal. 37:4) Y él demuestra la esencia del Hedonismo Cristiano cuando
exclama “Como el ciervo anhela las corrientes de agua, así suspira por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente; ¿cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?” (Sal 42:1-2).
Moisés fue un Hedonista Cristiano (de acuerdo con Hebreos 11:24-27) porque rechazó los “placeres temporales” del pecado, “considerando como mayores riquezas el oprobio de Cristo que los tesoros de
Egipto; porque tenía la mirada puesta en la recompensa.”. Los santos en Hebreos 10:34 fueron Hedonistas Cristianos porque escogieron arriesgar sus vidas visitando prisioneros Cristianos y aceptaron
gozosamente el despojo de sus propios bienes ya que sabían que ellos tenían una mejor y perdurable herencia. El apóstol Pablo comentó sobre el Hedonismo Cristiano cuando dijo en Romanos 12:8, el que
hace misericordia, lo haga con alegría. Y Jesucristo, el autor y consumador de nuestra fe, puso el estándar más grandioso de Hedonismo Cristiano porque su deleite está el temor del Señor (Is. 11:3) y, por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios (Heb. 12:2).
El Hedonismo Cristiano enseña que el deseo de ser feliz es dado por Dios y no debe ser negado o resistido, sino dirigido a Dios para satisfacción. El Hedonismo Cristiano no dice que cualquier cosa que
te guste es buena. Dice que Dios te ha mostrado lo que es bueno y el hacerlo debe traerte gozo (Miqueas 6:8). Y ya que el hacer la voluntad de Dios debe traerte gozo, la búsqueda del gozo es parte esencial de todo esfuerzo moral. Si abandonas la búsqueda del gozo (y por ende te niegas a ser un Hedonista, como yo uso el término) no puedes satisfacer la voluntad de Dios.
El Hedonismo Cristiano afirma que los santos más piadosos de cada época no han encontrado contradicción al decir, por un lado “POR CAUSA TUYA SOMOS PUESTOS A MUERTE TODO EL DIA; SOMOS CONSIDERADOS COMO OVEJAS PARA EL MATADERO.” (Rom 8:36) y por otro lado, “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocijaos!” (Fil. 4:4).
El Hedonismo Cristiano no se une a la cultura de auto-gratificación que te hace esclavo de tus impulsos pecaminosos. El Hedonismo Cristiano te manda a que no seas conformado a este siglo sino que seas transformado conforme a la renovación de nuestro entendimiento (Rom. 12:2) para que podamos deleitarnos al hacer la voluntad de nuestro Padre en los cielos. De acuerdo al Hedonismo Cristiano el gozo en Dios no es un ingrediente opcional del pastel del Cristianismo. Cuando lo meditas, el gozo de Dios es parte esencial de la fe salvadora.